jueves, 8 de septiembre de 2011

Cuando cada vecino cocía su pan

Los hornos y el pan.

Hasta que los años 50 del siglo XX se fundó un negocio de panadería en el Pico del Lugar (actualmente cerrado; hoy en día pasan los panaderos de la Vega de Valcarce o Villafranca del Bierzo por las calles del pueblo), la gente tenía que elaborar el pan para el autoconsumo en hornos públicos. Estos hornos, al menos en tiempos recientes, no eran comunales o del concejo como pasaba en otros pueblos, sino que tenían dueño, llamado o forneiro o bien a forneira, y podían tener ayudantes o empleados. En Trabadelo existían fornos para cocer pan en la Casa da Huerta (en el Pico do Lugar), o Forno da Tía Pilar (un edificio actualmente en ruinas, en el Fondo do Lugar) y otro menor en la Casa de Pedro de Aurita. Paradela tenía su propio horno, en la casa do Canteiro. Estos lugares, que podían ser edificios o bien salas especiales dentro de una casa, contaban con horno incorporado (con bóveda situada fuera de la vivienda), lareira (hogar) donde se calentaba el agua de amasar y los útiles para cocer como caldera, maseira (artesa), mesas, palas, basoiros (escobas), etc., que eran propiedad del forneiro.

Para cocer el pan, una vez cada quince o veinte días aproximadamente se solicitaba turno al dueño del horno. Todas las actividades descritas a continuación se hacían in situ, aunque el interesado en cocer tenía que traer la harina, la levadura y la leña, que solía ser de uces (brezo), poniendo únicamente el dueño el agua caliente. Lo primero que había que hacer era preparar la masa; para ello había que mezclar los ingredientes en la maseira, la cual era de madera y que según el tamaño de la familia podía tener varios tamaños, hasta 2 metros de ancho. Los ingedientes eran: harina ( fariña, la mayoría de veces era de centeno, llamado popularmente en Trabadelo pan, y pocas de trigo), agua caliente, sal y formento (levadura, de la que ya se sabía la cantidad por cuartal) Se debía amasar enérgicamente la pasta con las manos y mientras tanto, el horno era caldeado con la leña de uces. La masa ya traba­jada se iba cortando a trozos en fogazas (hoga­zas) de similar tamaño y una vez hechas, se pasaban a una mesa llamada tableiro, con una manta por debajo donde el pan leldaba (fermentaba) El horno estaba suficientemente caldeado cuando por su boca o puerta salían llamas; era entonces cuando se barría o borrallo (ceniza) del horno con un basoiro, a fin de eliminar los restos de la anterior cocción para que el pan saliera limpio y bien presentado. Las hogazas eran introducidas en el horno con la pala y su cocción tardaba entre una y tres horas, dependiendo del tamaño o tipo. Una vez cocido el pan, había que realizar un pago al dueño del horno, llamado a fornaxe, el cual era en especie: una hogaza por los cuartales cocidos.

La fogaza era la única forma tradicional del pan, siempre de forma redondeada, con mucha miga y con corteza crujiente y tostada; aunque también se cocían bolos (bollos dulces) y empanadas. Recordar que eran las mujeres las que hacían todas estas actividades y que el hecho de cocer era una pequeña diversión y entretenimiento para los miembros de la familia que iban al horno, especialmente los niños, al tener que esperar. El pan así elaborado se conservaba en las casas particulares en una especie de armarios llamados cambeiras.




Bóveda exterior del horno de la Casa do Canteiro. Paradela.




Ruinas del Forno da Tía Pilar.


1 comentario:

Xabier Lago Mestre dijo...

Moi boa explicación, dende logo. Mira que aprendemos cos teus comentarios. Considérame un seguidor do teu magnífico traballo recompilador da etnografía de Trabadelo. A seguir así.
Comento que sería interesante a divulgación do teu traballo a través das diversas redes sociais (facebook. twenti...) para que chegasen a máis xente.
Eu xa o fago e paga a pena. Saúdos.